lunes, 10 de enero de 2011

Un nuevo blog, un nuevo proyecto

Estoy localizando, estoy disfrutando de un nuevo proyecto. Tras el estreno de balada, maravillosa y terriblemente gratificante, preparo una nueva película con Jose Mota y Salma Hayek. Os iré informando.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Mi vida como payaso


Publico el texto que salió en El País hace un par de semanas, por si a alguien le interesa.

Mi vida como payaso
Por Alex de la Iglesia

Un día cualquiera de mi vida, antes del estreno de una película

Hoy me levanto a las seis y media. Ayer me acosté a la una y media, tras cuatro infructuosas horas en el aeropuerto intentando coger un avión. No puedo dejar de verme como un payaso, pero me gusta contarlo, hacer el ridículo redime mis penas. …Llego con la lengua fuera. Me quito las botas, el cinturón, los líquidos, la dignidad, el respeto, y los deposito cuidadosamente en unas bandejas de plástico al pasar el control. Contemplo la posibilidad de rodar una secuencia sobre esta situación: un neurótico compulsivo decide volar a Estados Unidos disfrazado de oficial alemán, con una maleta llena de carne de cerdo cruda, tres kilos de heroína, dos litros de semen de caballo en su equipaje de mano, una automática en un bolsillo y el Corán en el otro, sólo para fastidiar. Después de dos horas recluído como un apestado en la zona de fumadores, leo “embarcando” en un monitor. La mujer de la sala de espera me comenta que sí, que están embarcando, mientras hojea un revista. Ahora ya no avisan en el aeropuerto. Cuando llego a la J52 están retirando el finger. Pienso en volver y ametrallar a esa mujer, pero no tengo ametralladora, ni ganas, ni tan siquiera dos litros de semen de caballo que arrojarle a la cara. Imploro reemplazar este vuelo por el de la mañana siguiente. Como era de esperar, mi billete es una ganga, como de tómbola de feria, y no admite cambios ni nada. Pago lo que piden y consigo otro para el día siguiente. Pido una hoja de reclamaciones y en el apartado de observaciones exijo disculpas. Al alejarme, escucho risas a mis espaldas.

La noche

Humillado y ofendido, me meto en la cama. No me duermo. Ya no duermo, me limito a colocar mi cabeza sobre la almohada y esperar a que llegue el día siguiente. Necesito paellas de Orfidal para conciliar el sueño, y para colmo, no encuentro ni uno sólo. Mi cerebro entra en esa zona confusa de pensamientos que se asemejan al sueño, pero que no llega a serlo. Todo se mezcla: las entrevistas del día siguiente, la conferencia en la universidad de Málaga, la sensación de no haber hecho los deberes, mi padre, el dadaísmo, la academia de cine, la escuela de Frankfurt, un plato de callos picantes, cortezas de cerdo retorcidas como las curvas de una mujer, Raquel Welch en Hace un millón de años, todo da vueltas a mi alrededor, como si mi cabeza fuese una lavadora centrifugando. A las seis y media me levanto y la almohada, repugnante, me recuerda a la esponja que utilizaba Joe Pesci para limpiar la sangre de Robert de Niro en Toro salvaje.




Volando

En el avión pienso en películas que no he rodado porque me retiraron el finger. Fu-Manchú, la Marca Amarilla… Yo quiero tener un millón de amigos…. Se me presentan también películas que sueño con rodar. Quiero rodar una película de un hombre que se excita haciendo el ridículo. Un atraco en medio de una procesión de Semana Santa. La vida de Tristán Tzara. Me gustaría rodar un guión de Buñuel que tampoco él consiguió llevar a cabo, Allá abajo, de Huysmans. Me viene a la cabeza la imagen del puño del Nexus 6, implorando tiempo, tiempo… Me duermo y me despierto con el choque de las ruedas sobre la pista de aterrizaje. Todo el avión me mira con desprecio. Al parecer, he debido roncar tanto que los niños lloran, aferrados al regazo de sus madres.

Hablando demasiado

Llego a la conferencia y descubro con estupor que la audiencia está interesada en mi labor como presidente. Cuando hablo de mí (más fácil porque me conozco desde pequeño), lo hago con la inseguridad característica de alguien que no tiene ideas fijas, y que posee un callo considerable a la hora de tapar con argamasa sus nada despreciables agujeros intelectuales. Sin embargo, como presidente de la Academia, preciso de excavadoras industriales para verter toneladas de cemento sobre enormes extensiones de ignorancia, y el proceso me lleva un tiempo, un tiempo de delay en mis palabras, como un diálogo fuera de boca en un doblaje.

El universo del discurso

Primero surgen en mi cabeza, por defecto, mis propios textos, lo que yo opino realmente sobre el asunto a tratar: cine, ¿arte o industria?, internet, piratería, lo mal que hacemos las películas, la relación producción-distribución-exhibición, las televisiones y el 5%, la ley audiovisual, dónde está Garci, qué se cuenta Almodóvar. Mis opiniones son archivadas instantáneamente: provocarían una estampida en la conferencia, desmayos entre espíritus sensibles, llamadas de las radios y titulares obscenos en los periodicos del día siguiente. Pienso después (todo en décimas de segundo), en lo que “debería” decir para no tener problemas, algo políticamente correcto y suavemente picante que haga las delicias de niños y grandes. Esto lleva más tiempo porque, diga lo que diga, molestará a alguien. Paso directamente a una especie de mix entre lo que pienso, lo que no molesta y algo estúpido que surge en mi cabeza sin que yo lo controle, producto de una inspiración idiota súbita. Me oigo a mí mismo escupiendo las palabras, y advierto sorprendido que no estoy de acuerdo con lo que digo. En la segunda pregunta intento acercarme a mi opinión con cautela. La tercera cuestión la ignoro por completo, y hago un chiste-camuflaje. Extiendo una capa de risas sobre el tema. Todos advierten mis carencias, pero al menos, se lo pasan bien. Ahí llega la depresión, ese momento en toda conferencia en la que soy consciente de la farsa, de lo absurdo de mi vida, de lo hostil, agresivo e imposible que es comunicarse, de lo violenta que es la palabra, acompañada de una mirada, un gesto. Siento vértigo. Quiero huir, pero no de la conferencia, del planeta. Me recompongo. Me refugio en algo mentalmente confortable: si acaso quieres volar, piensa en algo encantador. Recuerdo a Tallafé, uno de los actores de mi película, robándole el camisón a mi productora y sacándose fotos con él, en posturas provocativas. Eso hace que me sienta mejor y termino la charla, sin tiempo para saludar a los amigos.

Spain Wars

Después de la conferencia, entrevistas con televisiones y radios. Ya no me impresiona que la gente pueda llegar a creerse las mentiras que se oyen sobre la profesión. Me asombra que las den por sentado. Uno se acostumbra a escuchar barbaridades, dichas como algo inocuo, sin pararse a pensar en los miles de personas implicadas. ¿Qué hacer? Lo primero, no quejarse jamás. Lo segundo, convencer con hechos. Hay que trabajar duro, dejarse la piel, mirar a los ojos a quien nos ofende y responderle con una sonrisa. Precisamente de eso trata Balada: de la intransigencia hostil y soterrada que infecta la vida de este país desde hace décadas.

Vuelvo a Madrid y en el avión reescribo el guión de mi próxima película en base a las localizaciones que hicimos el otro día en Cartagena, ordeno los preparativos para la próxima gala de los Goya (Dios, coincidirá de nuevo con el rodaje), y respondo unos treinta mails con un par de frases porque no da tiempo para más. Son las siete y media de la tarde. Miro mi calendario y había quedado con tres personas a las siete. Elijo una de las reuniones al azar y me disculpo patéticamente con el resto. Al llegar a casa, marco las correcciones del trailer de la película. Tienen que posproducirlo al día siguiente.

El maldito móvil

Recibo una llamada de un número muy largo. Los números largos me acojonan, suele tratarse de radios preguntándome por algo que ha ocurrido y hay que hablar de ello sin previo aviso, como la muerte de algún compañero. “¿Qué puedes decirme de la muerte de Manuel Alexandre?” Me sueltan en la oreja, como un disparo. “Perdona, ¿no lo sabías? Lo necesitamos para las noticias. Dínos algo, con un par de frases vale”. Es como si se me hubiera muerto un familiar cercano. Recuerdo su voz, su sonrisa. De nuevo surgen películas en mi cabeza, las imágenes que han modelado mi vida, los momentos que han hecho de mí lo que soy. En las más importantes veo a Manuel Alexandre, o Jose Luis Lopez Vázquez, de cuya muerte también supe a través de la radio. Debería ir al tanatorio, antes de pasar por mezclas. No sé si me dará tiempo. Mañana es el funeral.

Tengo que repasar la bobina seis esta noche porque mañana sacan el máster y tirarán las copias. No he visto nunca la película completa filmada. A Venecia mandamos un DCP, imagen digital en un disco duro. Filmada gana contraste, y cuerpo, como el vino. La película en celuloide (bueno, ya no es celuloide, es plástico) vibra, vive. Resulta más atractiva porque es ficticia, irregular. La obturación imprime un sabor al movimiento que desaparece en la imagen digital. Panear con la cámara es diferente, el filage es más bonito. Como el vinilo. Oh, Dios. Huelo a viejuno por todas partes.

22:00

Corregiría, como siempre, un par de planos, pero no puedo retrasarlo todo más. Doy el OK a la copia. Salgo de Cinearte a tiempo de coger un taxi y presentarme en el programa de Wyoming, por la promoción. Obviamente no hablo de mi libro, como diría Umbral. Me dan un guión. Si tuviera tiempo, discutiría los chistes, que pensarán que son míos. Digo lo que me dicen, y no me quejo. Suerte que tengo.

Llego a mi casa, respondo más mails. El funeral de mañana, hay que cambiar un par de reuniones. Estoy retrasando la preproducción de mi próxima peli porque se solapa con la promoción de ésta. Eso provoca un caos, una actriz de Hollywood que debería rodar la peli, puede que no la ruede. Por otro lado, el actor protagonista tiene que grabar el especial fin de año. Decido retrasarlo. Me llama la actriz. Me pide que vaya a verla a París. “¿Cuándo?” La actriz se mosquea. “¿Es esto serio?” “Todo lo serio que puedo llegar a ser”. No es mucho. En cualquier caso, podría aprovechar para tener una reunión en París con Liberatore (otro proyecto). No puedo ir a Trieste, ni al homenaje a Sancho Gracia (que se enfadará, seguro), ni a Valladolid: quedo mal con todo el mundo. ¡Pero no puedo decir que no a los premios de cine europeos! Me llama mi madre, a ver qué tal estoy. Le digo que bien.

Me voy a la cama. Son las tres. La almohada, que corretea por la habitación como un perrillo, no se deja atrapar. Caigo sobre ella y pienso en el póster (que tiene que estar corregido ya). Hay que cambiar la foto de Antonio, esta ligeramente desesfocada. Todavía recuerdo el día en que surgió “Balada”, en el Boadas, de Barcelona. Dry martinis, Carolina Bang y Carlos Areces. “Me gustaría rodar una película sobre un payaso asesino” “¿Por qué se convierte en asesino?” “Por… algo que le pasó en el pasado, a su padre…” “murió construyendo la cruz del Valle de los Caídos”. Pensamiento automático: la historia surge a borbotones. …Una lucha a muerte, por venganza. “¿También era payaso?”. “Sí”. El no tiene gracia… por eso los niños no le quieren. El payaso tonto sí tiene gracia, una gracia enorme, que le llega hasta la rodilla. El payaso triste se muere de celos. ¡Se enamora de su novia… la acróbata!”. Dos hombres enfrentados por el amor de una mujer, como en las de Lon Chaney. Garras humanas. El que recibe las bofetadas.

Pánico

Me despierta el maldito móvil. A un amigo le ha dado un ataque, está en la Paz. Se le ha paralizado la mitad de la cara. Mala racha. No paraba de llamarme, pero yo no le cogía el teléfono. Ahora sí que no duermo. Ahora no duermo ni de coña.

Pesadillas

Desde que hago cine, en los rodajes, la pesadilla es la misma: doy vueltas en la cama, y no lo hago bien. Todo el equipo está alrededor de mi cama, y me ruedan cómo duermo. Las vueltas no valen, doy vueltas y vueltas, rebozado en sudor, y no sale. Una toma y otra, y otra. Así surgió todo, en la cocina de los sueños, horneando ideas recalentadas. Huelo a quemado cuando pienso en lo que me da miedo. La guerra, el terrorismo, el ansia de venganza. Mañana me levanto a las siete, y debería dormir. Tengo que entregar este mismo texto que estoy escribiendo ahora. Son las dos de la mañana.

Perdiendo la razón

Me piden un diario de rodaje. Esto es más sincero. Es saludable quitarse el maquillaje de vez en cuando. Yo soy un payaso, un individuo que se disfraza para trabajar, como muchos otros. También podría identificarme con un bombero, por aquello de no pensármelo dos veces. Hacen lo que tienen que hacer sin tiempo para reaccionar, y algunas veces se les prende fuego el culo, como a mí. Pero no seamos pretenciosos. Mi trabajo no es tan arriesgado, desde luego, y sobre todo no tiene una función pública evidente.

Hermenéutica de la lentejuela

El payaso tiene algo ridículo que me fascina: está totalmente pasado de moda, algo incomprensible para las generaciones de la videoconsola. ¿Por qué tiene la nariz roja? ¿Ha bebido demasiado? ¿Quién dijo que los zapatones son graciosos? ¿Por qué los colores chillones? Digamos en su favor que, desde cierto punto de vista, el payaso tonto posee una lectura infantil atractiva, pero, ¿y el payaso triste? Claramente no es gracioso. Esconde algo siniestro, con esa ceja enorme (de listillo odioso), las orejas rojas, la lágrima, el traje de lentejuelas. Se caracteriza por un enigmático abultamiento del pantalón a la altura de las caderas. Hay algo afeminado en su aspecto que resulta inquietante. Digámoslo de una vez: existe una conexión primigenia entre el payaso, el cura y el torero. No sólo son sus trajes de luces. Los tres son claramente femeninos, responden a un pasado arcano ininteligible, despiertan sentimientos ocultos, contradictorios. Los tres protagonizan rituales sacrificiales. El torero rememora el sacrificio ritual del toro, símbolo del poder. No olvidemos Cnossos. Los toreros bailan frente al toro. El sacerdote sacrifica simbólicamente a Cristo, ofreciéndolo en cuerpo y sangre a sus fieles, en un auténtico festín caníbal arquetípico, ataviado de túnicas de colores chillones. El payaso, también dentro de un círculo, se inmola haciendo el ridículo, redimiendo sus pecados y el de los espectadores. La lucha del payaso tonto y el payaso triste festeja el nacimiento y resurrección del humor. La muerte de la violencia, asesinada por la carcajada. …Y yo sin dormir. No me extraña que se me vaya la olla.

El origen del dolor

No puedo dejar de contar algo que encontré escondido en mi cerebro tras una entrevista en Venecia. La extraña conexión entre violencia y humor, entre el miedo y el deseo. No sólo Rudolf Otto, un humorista alemán extraordinario, se rallaba con este siniestro collage de conceptos. Humor, Amor, Horror. Misterium Fascinans y misterium Tremens. Detrás de todo lo que deseamos surge siempre algo siniestro, oculto tras un velo. Obviamente la idea no es mía, como ninguna, pero ésta puedo decir que la he vivido, a los cuatro años.

Frente al colegio de los Jesuitas, en Bilbao, hubo un tiroteo entre la policía y miembros de ETA. Yo pasaba por allí media hora después. En la otra acera, la tienda de chuches Fernando. Todavía recuerdo los agujeros de bala en el aluminio de la puerta. Cuando llegué, veo los cristales rotos y las chuches por el suelo. Regaliz rojo, refrescos, chicles Dunkin, gominolas. Al cojerlos estaban empapados en sangre. A su lado, casquillos de bala. Me lo metí todo en el bolsillo mezclado. Sangre, casquillos y chuches. A la salida del cole, en la puerta, un tipo pasa a nuestro lado corriendo como un cohete. Nos lo quedamos mirando, intrigados. De pronto, otro individuo, éste más gordo, se tropieza con nuestras maletas del colegio (no existían las mochilas), y cae al suelo, derrapando unos cuatro metros (como la trapecista en la película). Choca contra un coche y se levanta al instante. Nos mira, buscando algo. Sigo su mirada y veo una pistola. La coge del suelo y sale corriendo tras el otro tipo. No recuerdo haberlo comentado con mis compañeros de clase, y no lo comenté en casa. Al poco tiempo se me olvidó, y hasta ahora. La verdad es que contar todo esto no viene a cuento. Es una auténtica payasada.

Alex de la Iglesia

Que delirio


Tengo que escribir, porque este es, probablemente, el ultimo post de este blog. Se ha estrenado hoy por fin "balada". Aqui podemos ver el principio y el fin de un proyecto, desde que se empieza a parir hasta que llega al público. En principio deciros que estoy agotado, y que estoy feliz. Sin pararme a pensar en lo que vendrá, la película ya ha sido para mi un éxito, por la cantidad exorbitada de buenos momentos que me ha proporcionado. He tenido que pagar un alto precio en sudor y lágrimas, pero ha merecido la pena. Pongo a Dios por testigo que sí.

Soy feliz por el trabajo realizado, por el esfuerzo brutal para sacarla adelante, por los cientos de horas extras gratis, por el daño que me han hecho y que siento haber hecho, por las felicitaciones y enhorabuenas, por el agobio, por las noches sin dormir, por la angustia, por el orgullo, por sentirme satisfecho con el resultado, por el respeto y por el amor a las personas que han sufrido y que sufren los horrores de un pasado que murió, y que gime, y que llora, por los payasos de la tele, a los que quiero cada día más, por el cine, a poder ser hecho por los que han nacido por aquí, a poder ser bueno, y divertido, pero sobre todo entretenido, por Raphael, ese ejemplo de superación contínua, por la gente que entiende la película y la disfruta, por las que no la entienden pero también la disfrutan, por la navidad que ya llega, y por las ganas que tengo de rodar otra película.

sábado, 2 de octubre de 2010

BBQ, Texas, Electrifying Madness


Ya en madrid. Despues de la resaca del jet-lag, y toda la mandanga, me siento un momento para relajarme y contaros cómo el último día hubo una fiesta en un pueblo fantasma, a media hora de Austin. Mucho más feo que Tabernas, pero con un encanto naïf que lo hacía único. Elijah y Vigalondo fueron electrocutados en una máquina aberrante que lanzaba rayos como en el laboratorio de Frankenstein, al ritmo de la máquina más salvaje. Todo esto a las doce de la noche en medio del desierto. A parte de eso poca cosa, una BBQ que no desmerecía a la de la matanza de Texas, sobre mecanotubos, una vaca entera, mucho tequila y mucho adolescente con ganas de ser malote. Tim estaba contento y Nacho más, celebrando su cuarto año de permanencia en el Festival. Yo diría que Big Allondow es YA el festival, la gente le jaleaba tanto como al mismísimo Mr. Wood. Stuart Gordon andaba por allí, perdido, como los distribuidores de mi pelicula en US, y muchos fans alcoholizados que aseguraban que Balada era la mejor película de este año. Seguro que al japonés de calzoncillos de sumo le dirían lo mismo... Pero no, la verdad es que la acogida fue soberbia. Todos asombrosamente encantadores y solícitos. Spanish Icon, me llamaba Big, mientras me recomendaba meterme en un extraño laberinto que había al final del Ghost Town, imagino que para perderme de vista. Conseguimos salir, y montarnos en el autobús enorme que nos devolvió al hotel, para, sin tiempo de dormir, coger el avión de vuelta a casa.

Cuelgo algunas cosas poco a poco: tengo imagenes de la fiesta en el pasillo, tengo imágenes de la geisha haciendo striptease, tengo imagenes de Nacho masturbándose (pero no creo que sea conveniente), y un poco de Elijah y Big Allondow electrocutados en la parrilla nocturna. El más votado, lo cuelgo.

jueves, 30 de septiembre de 2010

En tejas, bolos, barbacoa, peleas, karaoke

En Tejas. La tierra de Nacho Vigalondo, porque aquí es el rey. Ayer jugamos a los bolos pero la fiesta en la furgoneta tirando petardos y cohetes a los perros de la calle nos la perdimos, estábamos muy cansados, tras la proyección. Harry Knowles fantástico, encantador, y Elijah, y Stuart Gordon, siempre tan simpático. La fiesta vikinga en el barco coincidió con el pase, y también nos la perdimos. Aparecieron tres o cuatro vikingos en el Highball, pero ya era tarde. También nos perdimos la BBQ en casa de Tim, por la mañana. Luego Tim me comento si me guardaba unos trozos de carne. Le dije que no estaba tan desesperado. Ayer por la noche asistimos a un numero de barra americana de una de las japonesas protagonistas de la peli de un tipo que anda por aquí, pero no se como se llama. Geisha-stripper. La verdad es que tampoco he visto ninguna de las películas del director japonés, pero deben ser buenas. Esa misma noche canto un par de canciones vestido con calzoncillos de sumo. Llegamos la tarde en la que Nacho se pego en un ring de boxeo, que esta al lado del cine, con Elijah y con Michel Rodriguez, la chica del helicóptero de Avatar. No se quien gano, imagino que Michel Rodriguez. Concretamente os comentare que todo esta colocado en cien metros cuadrados, la bolera, el ring y el cine. En el cine se puede cenar, tiene mesas, y pides nachos y cervezas mientras ves la película, pero esta terminantemente prohibido hablar. La bolera tiene karaoke, y Nacho se canto unas canciones. Lamentablemente, por alguna extraña Razon, el critico de cine del New York Times entró en nuestro cubiculo, y Nacho se cayó sobre él a los cinco minutos, golpeándole fuertemente la nariz. Creo que esto generará un problema en las relaciones del periódico con el cine español. Después terminamos haciendo una fiesta en un pasillo. Las fiestas en pasillos suelen ser divertidas, esta no. Estábamos en un pasillo, consiguieron botellas de champagne, pero no había música. Lo único reseñable es que Eugenio y Nacho se disfrazaron de cazafantasmas. Porque había disfraces en aquel pasillo, no se. Un disfraz perfecto de cazafantasmas. Yo encontré una camisa de fuerza, que me puse, pero no podía beber, obviamente, lo que hizo que me desprendiera de ella rápidamente. En fin, un festival interesante, alternativo y diverso, con una amplia oferta multicultural.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Viajes, alcoholismos varios


Mañana, o esta noche, mejor dicho, me cojo un avión a Tejas. Hay un festival de ciencia ficcion, creo. Ya os comenté, con Vigalounge, etc.

Bien, pero me pilla agotado y cansado en la madrugada. Por otro lado no me importa desaparecer un rato, porque estoy un poco desubicado. Me encuentro ligeramente desubicado, sí. El otro día celebramos el cumpleaños de Carolina, y además de molestar mucho a los vecinos, cogí una parda, una de esas tristes, penosas, que sabes que la gente no te quiere hablar porque saben que hace mucho que no riges. Observad en la foto mi mirada totalmente ida, de una persona que lo ha perdido todo, todo rastro de dignidad, cualquier atisbo de respeto, y le está metiendo una monumetal brasa nocturna a alguien (en este caso creo que se identifica perfectamente a Wioming). No sé si soy yo el que habla, o es Txetxu. Lo que está claro es que por alguna razón lo quiero asesinar. Observad cómo Antonio contempla la situación asustado, temeroso, rezando, implorando que mi rollo acabe de una vez. Enrique intenta mimetizarse con el ambiente, a modo de planta o de estatua griega, para disimular, con su pose helénica de cangrejo imperturbable, pero no puede evitar la tentación de desviar un poco el ojito, al percibir el lamentabilísimo estado en el que me encuentro.

Todo muy triste. Sin embargo, la gente se lo pasó bien.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Siegel, Arabesque y calcetines indómitos


De nuevo en Madrid. En Donosti de maravilla, pero no tuve tiempo ni de mear, prácticamente. Vi la magnífica película de Oscar Aibar, y Santiago está soberbio, y Angulo impecable y Villén maravilloso. Da gusto poder decirlo porque es verdad, de la buena, y os aconsejo que la veáis. Y nada más, me fui formal a la cama y al día siguiente tuve la suerte de comer un chuletón de proporciones mitico-religiosas en la mansión veraniega de un amigo antes de coger el avión. Todo proteínas, nada de grasa, ¿eh? No creáis que me pierdo.

Lo que sí duele perderme es el ciclo BRUTAL de DON SIEGEL que organizó Rebor en Donosti. Dios, Siegel... Copias nuevas, imagino. Espero que el ciclo pase por la filmoteca.

La semana que viene viajamos a Austin, con Roberto Rodriguez y Guillermo. Creo que también viene Vigalounge. Será legendario baladear con ellos. Viejos amigos, Elijah, también andarán por allí. Os lo contaré en el Blog.

No me atrevo a deshacer las maletas, que son dos pedruscos macerados en sudor de ropa sucia, con smokins machacados a Dry Martinis y cintas de super ocho, y calcetines vivos que saltan como culebras al intentar apresarlos.

Suena "Arabesque" de Henry Mancini en el Itunes. Emoción, tensión, ritmo. Ritmo. La vida, eso que nos pasa, por fin, tiene ritmo. Dios, que año.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Helen Mirren y el folclore popular

En Toronto. Ayer entrevistas, y por cierto, nos cruzamos con Helen Mirren otra vez. Estuve a punto de saludarla y darle el correo electrónico de Tallafe. También vimos a Julie Christie, y algún otro que no me se su nombre, pero que me suena su cara. Íbamos a ir a ver las cataratas del Niagara, pero hay que coger autobuses y es un lío, y no hemos hecho las maletas para san Sebastian.


El punki antiguo
Ayer nos entró un punk mientras cenábamos en una terraza. Un punk antiguo, de esos que se sientan en tu mesa, y que insultan, y gritan, y tiran escupitajos. Él me insultaba en inglés y se reía de mis gafas, y yo le insultaba en castellano. Muy bien todo. Aquí están un poco pasados de moda. Hay pobres en la calle, pero no son viejos, son adolescentes. ¿Qué significa?

Asuntos

Aquí en Toronto. Bueno, al parecer la academia no nos ha escogido para los Oscar. Qué lástima. Pero, ¿quién soy yo para decidir sobre el tema? Esto va en serio, es democrático, y de verdad. Tanto es así que me quedo fuera. Otra vez será. En otro orden de cosas, he oído que Tarantino utilizó su poder sobre el jurado para favorecer a su ex-novia, Sofía Coppola, y a un amigo suyo del alma, concretamente a mi. Me parece fatal lo de Sofía, porque yo sí que me he acostado con él durante años. Le di mi juventud, mis mejores años. Vivíamos juntos en un precioso adosado en Mostoles. El trabajaba en sus Peliculas, y yo mientras cocinaba y hacia la casa. ...Después de haberte planchado las camisas, y cosido los bajos de los pantalones, me haces esto. ¡Querido Quentin, con lo que yo te quería!

Por cierto, en Toronto la película ha gustado mucho, la han entendido estupendamente, y se ha vendido practicamente a todo el mundo. Estamos haciendo entrevistas para el estreno en Estados Unidos. Así que nada. Voy a ver si me hago amigo intimo de Spielberg, o me acuesto con él, o algo. Me he puesto una falda de tubo y unas ligas que me realzan muchísimo la figura. A triunfar.

martes, 14 de septiembre de 2010

En Toronto

Me encuentro en el avión que me lleva a Toronto, después de pasar por Frankfurt. Nos espera otro festival, y mas entrevistas. Ahora concretamente que la publico llego al hotel, tras encontrarme al bueno de Achero Mañas.

Todo ha pasado y quizá es el momento de retomar mis experiencias en el blog, para teneros actualizados emocionalmente. Siempre digo lo mismo, pero no se me ocurre otra manera de empezar:

Hay tanto que contar... Han pasado tantas cosas que es imposible tan sólo enumerarlas. Además la cabeza se ocupa de quemar archivos y son imposibles de recuperar. Recordaré malamente algunos:

El móvil maldito 

Lo primero de todo es que el día de la gala se me cayó el móvil a una canal, al salir de la lancha que me llevaba del hotel a Venecia. El festival se celebra en el Lido, por si no lo sabéis, una isla cercana, en un hotel extraordinario llamado Excélsior. Hay que ir a todas partes en lancha, y en uno de esos momentos de torpeza total que me caracterizan, imprimíéndome un simpático Savoir Faire, se me cayó  el móvil del bolsillo de la camisa. Notar como se desliza suavemente del bolsillo, rebota en la lancha, y se hunde en el agua... Pensar seriamente en saltar, y descubrir que es absurdo... Me habrá llamado toda España, miles de SMS perdidos, de felicitaciones, de cariños, de palabras bonitas. Bueno, todo eso llegará, confío, algún día, cuando  los muchachos de Telefónica, a los que quiero con locura, tengan a bien mandarme uno nuevo, pero esto llevará meses, o años, y miles de llamadas a un operador de Uruguay, o Colombia, para arreglarlo. Es más fácil ganar un premio en un festival que te renueven el móvil por pérdida. Además, me lo tendrían que enviar a Toronto...

Encuentros en tercera fase con el jurado

Lo primero que tengo que decir es que en un festival, por propia experiencia como jurado, lo PUTO PEOR es encontrarse con el jurado. No mola nada, les tensa a ellos, te tensa a ti, no sabes que coño de cara poner en ningún caso. Siempre es recomendable mantenerse a parte y que no se te vea mucho. En este caso, era más jodido si cabe, porque conozco a Quentin, DEBERÍA hablar con él. Pero no quería hacerlo. Así que, cuando decidíamos bajar a Venecia en lancha, siempre cabía la posibilidad de cruzarnos con ellos tristemente. Y claro, el último día, ocurrió. Estábamos en el pequeño muelle y aparecieron todos, en pleno, con sus mujeres, dispuestos a pasar una velada agradable en Venecia cenando, o corriendo tras las palomas, o comprando máscaras de porcelana, lo que fuese.

Saltar o no saltar, esa es la cuestión

Pensé seriamente en saltar, saltar al agua. No había salida. Se acercaban. eso era un muelle, no había salida posible. Decidí darles la espalda y mirar patéticamente al agua, como si fuese a pescar y estuviera tanteando el terreno. Algo idiota, en suma.
Guillermo Arriaga me saludo primero. Hola, hola. Disimulé. Como siempre, la cosa se desvió hacia Carolina, que siempre genera mucho mas interés que yo. Tallafe estuvo a punto de hablar con Danny Elfman, pero lo impedí a tiempo. Hubiera sido como un encuentro entre Gollum y Heisenberg. Cuando conseguimos esquivarles y montarnos en nuestra propia lancha, decidimos ir a cenar, nada más y nada menos, que al mejor restaurante de Venecia. Todos nos habían hablado del DA FORNI, al lado de San Marcos.

Aventura en DA FORNI

Evidentemente, no nos equivocamos, el sitio era extraordinario. La sopa de setas con trufa olía a Gloria bendita. Caminábamos hacia nuestra mesa acompañados por el Maitre, cuando de pronto...
El jurado, en una mesa. Todos, charlando, en el Da Forni. Y el maitre nos empuja hacia ellos. En Camara lenta, miro a Carolina y le hago una seña de estúpida complicidad (que no entiende, porque parecería una mueca de un loco) para girar 180 grados y salir de allí escopeteados. Consigo que me sigan, pero el maitre empieza a gritar y a hacer gestos extraños, lo que llama la atención de la gente que nos rodea. Yo no miro al jurado, miro violentamente a la pared contraria. De hecho, intento evitar que Tallafe mire al jurado, que es lo que realmente me preocupa. Así que le grito: ¡Tallafe, mira esos cuadros! Y señalo a una pared, casualmente, sin cuadros. Mientras Tallafe se gira y observa, intrigado, la pared, yo consigo llegar a la puerta  de entrada evitando a docenas de camareros que me empujan, amables, para sentarme. Por fin accedemos, sin bajas, a otra sala del restaurante, donde optamos por pasar el resto de la velada.

Angustia y psicopatías

Nos duele el estómago de la tensión, yo me he pasado el día vomitando, Carolina se marea, y Juan Ochoa intenta, con su amabilidad habitual, que pensemos en otra cosa. Yo no puedo, sobre todo porque veo a Tallafe con ganas de ir al baño. Si Tallafe va al baño y se encuentra con Danny Elfman, o con Tarantino, me muero, me suicido. Le digo que se aguante, que se mee encima, cualquier cosa antes de moverse de la mesa. Tallafe se pone triste.

La apuesta

Yo le quiero a Tallafe más que a mis muelas, así que pienso en algo que nos anime. Le digo: te doy 150 euros si te acercas a aquella anciana y le das un beso. Tened en cuenta que nos encontramos en un sitio donde la gente cena con vestido de noche, joyas y smoking. En una mesa cercana estaba Helen Mirren, la actriz que hace de reina de Inglaterra. Nos miraba, extrañada. Tallafe siente cómo una ilusión primaveral le recorre las venas, por el tremendo reto. Carolina se levanta directamente y se va, porque no quiere presenciar este bochornoso acontecimiento, este lamentable ejercicio de infantilismo e inmadurez. Juan y yo nos frotamos las manos, porque sabemos que vamos a deleitarnos con unos deliciosos minutos de ultraviolencia moral. Helen Mirren se prepara para irse. Se pone un jersey blanco, precioso, se dispone a abandonar el local. Tallafe se levanta, suavemente, seductor, embriagado por el aroma de la sopa de setas con trufa, pero no se dirige hacia la mesa de la reina de Inglaterra, se dirige hacia la mesa de una señora mayor, otra, aún más mayor, aún más británica, que cena con su hija o algo parecido, ajena totalmente a Helen Mirren. Tallafe nos mira, irónico, cínico, juguetón, atractivo, soñador. Sentimos el pinchazo del vértigo total. Tallafe siente, súbitamente, una inspiración. Tallafe se acerca a ellas y les dice que les quiere sacar una foto. Se levantan, hablando en italiano, en inglés, en croata, en zulú. No les entendemos un carajo, pero la abuela parece expresar algún tipo de extrañeza por el hecho de que un gaditano calvo y barrigón se muestre atraído por ella. Tallafe no se corta, se crece, y le dice que quiere una foto con ella porque LE GUSTA. Oigo esa palabras. Sí. Todavía resuenan en mis oídos. MI PIACHE. En ese preciso instante, recuerdo que puede entrar Danny Elfman y pillarnos en medio de esta trágica historia. Tallafe abraza a la señora, y su hija o su enfermera le saca una foto. Entonces, sin dudar un instante, Tallafe se lanza y le da un beso en los morros. La anciana encantada, sonríe feliz, su hija también y se van emocionadas a casa. Y no pasa absolutamente nada.  Nada. Tallafe nos invita, con sus flamantes 150 euros, a un viaje en góndola. Tumbado en ella, viendo sobre mi cabeza un cielo abarrotado de estrellas, con el sonido del remo moviendo lentamente el agua y los avisos del gondolero (¡Voooooiiii, staggando!!) como único fondo musical, siento muy cerca la compañía de mis amigos,  y pienso que tengo que volver al Da Forni, porque la sopa de setas con trufa estaba buenísima.      

sábado, 11 de septiembre de 2010

En el jodido Excélsior

En media hora bajo para ir a la gala de clausura. Estoy en el hotel, esperando el momento. La tensión es mi modo de vida, para bien, o para peor... Ya no hay nada, excepto la diversión mas desesperada, que me identifique. No se si ganaremos, si perderemos, si todo será absurdo pero divertido, cruel, pero estúpido, maravilloso o esperanzador. En cualquier caso, no estamos aquí por eso, pequeños bastardos. Nuestro trabajo ha acabado, y no hay nada mejor que rodar. No hay nada mejor que rodar, que disfrutar con los dientes rechinando en el interior de tu boca del placer alucinante y demencial de rodar, si, si, rodar, como hacer el amor hasta que el sudor brota en los cuerpos, rodar, rodar, si, joder, cabronazos, perros, rodar, soñar, rodar, vivir la otra vida, la vida de los sueños, la vida real de la ficción, la ficción en la vida, el jodido y maldito sueño introducido con jeringuilla en el interior de la vida, la mentira real, real, delante tuyo, si, delante, como una roca enorme en tus dientes, rompiéndolos, destrozándolos, sintiendo la verdad de la vida, no fingiendo, no mirándola desde fuera, desde dentro, nunca, nunca imaginándola, necios arrogantes, como gritaba Galactus... Ahí,delante de ti, la vida, de verdad. ...Hace mucho que ganamos.



Joder.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Flying to Venice

Cojo ahora mismo el avión para Venecia. He visto la película acabada por fin, en el cine de la academia. Descubro que realmente es una película de amor. Y detrás del amor siempre hay humor, pero sobre todo horror. Lo bello siempre oculta algo siniestro, decía Eugenio Trías, y creo que tiene razón. Amor de monstruos, como el jorobado enamorado de la gitana, o del hombre sin brazos del circo que lanzaba cuchillos con los pies, llenos de dolor y de angustia, atrapados en un pasado que murió, pero que resucita en sus pesadillas. La frase que resume la película podría ser: la ira y el ansia de venganza conducen inexorablemente a la destrucción.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Hoy acabé



Es curioso, porque hoy se puede decir que he acabado la película, a las siete de la mañana de hoy, concretamente. Bueno... estas últimas semanas requieren una redacción especial, y ahora no me siento capacitado. Ha sido especialmente doloroso el mantenerme en vida. Las tensiones se han acumulado al final, atropelladamente, y en esa cuenta atrás descubres de qué pasta está hecha la gente: el que se mantendría junto a tí aunque varios rotweilers le arrancasen los genitales a dentelladas, y el que no dudaría en entregarte a los nazis con tal de que esta pesadilla acabe. Algunos personas me han decepcionado profundamente, otras me han sorprendido por su entrega y generosidad, a unas cuantas les estaré agradecido toda mi vida, y daría la vida por ellos, o lo que me pidieran, hasta mi virginidad, y otras confirman lo que ya sabía: que están en el cine como podrían estar pelando patatas.
Nunca en mi vida me las he pasado más putas.
Nunca en mi vida he disfrutado tanto.
Nunca me he sentido más cerca.
Soy como el Motorista Fantasma, un personaje de la peli. Preparando el turbo de la moto para el momento en que terminarás tu película, y volarás por los aires. Sólo hay una oportunidad, y calientas motores, calientas cojones, calientas la cabeza, y sobre todo, te arde el corazón. Llega la explosión, el instante eterno del rodaje. Chocas contra las alambradas y las trapasas, pero te dejan en carne viva. Sigues volando, avanzando con tu moto. En el montaje se desprenden los últimos trozos de piel y las tripas se enredan en el tubo de escape. Sigues volando, hasta llegar a la posproducción, donde tus huesos estallan como panes tostados y tu alma llega, desnuda, a chocar definitivamente contra el público.
En ese vuelo que dura fracciones de segundo ves los rostros del resto del circo, mirándote. Algunos con ánimos, otros con pena, o indiferencia. Todo da igual, porque esos rostros desenfocados están fuera de cuadro. Lo que importa son los planos que has rodado con el corazón, planos de personas que te demostraron su amor. Ahi lo importante es el contraplano, tu reacción. La mía es de inmensa gratitud. Y es sincera. Ese vuelo es lo que importa. El momento en que vuelas con tu moto. Lo demás está fuera de cuadro.

A RAPHAEL
Gracias, maestro, por todo lo que has hecho por mí. Gracias por tu alegría, por tu cariño, por acompañarme, por ayudarme. Gracias por ser un caballero, ante todo. Gracias por tener sentido del humor, más que nadie. Gracias por ser la persona que me gustaría llegar a ser, aunque de antemano te diré que es imposible. El más moderno, el más abierto, el más joven, el más amable.
Raphael, eres generoso, y por tu generosidad esta película existe. Eres el alma de la película. Mi mejor película, la más sincera.

lunes, 23 de agosto de 2010

Malheridos en el campo de batalla

Queda una semana. Una semana para cerrarlo todo. el miércoles cerramos sonido, el lunes imagen. Tendré que cerrar sonido sin la bobina cinco. Eso me jode y me histeriza. No ha habido manera de hacerlo mejor, al parecer. No se podía organizar de otra manera, quizá para que Ferrán tenga el máximo de tiempo posible. Yo no veré la película completa en ningun momento. Tengo que fiarme de mi instinto. Y mi instinto está dañado como mi ordenador, fragmentado, petado de virus, con programas repetidos, sin RAM, con miles de imagenes imposibles de archivar y ordenar, y lleno de spam...

Afortunadamente el trabajo de Ferrán es excelente. Pero antes de alabar su trabajo, tengo que hablaros de alguien.

EL CASO SCHMUCKLER
Charly es mi amigo desde hace años, pero ayer me mandó este mail.

"¿cuarenta politonos de Shakira en la mezla? Alex, Vete a la mierda. Mejor aun, vete a tomar por culo. Llevo dos meses currando un mínimo de 17 horas. ¿ que me la suda?. ¿que solo quiero CUMPLIR? ¿pero como te atreves a decir eso?, con el esfuerzo DESCOMUNAL que estamos haciendo. No me puedo creer que digas eso. Me produce una triste enorme que lo pienses y mas aun que lo escribas. ¿que me la suda?. Te recuerdo que mi compromiso era hasta el 18 de agosto y he renunciado a mis vacaciones por la pelicula. Y en cualquier caso, si apareciera algún politono en la mezcla, será única y exclusivamente porque no viniste a revisar el sonido en estos mas de dos meses que llevo trabajando, o tal vez porque en lugar de ocho semanas he tenido apenas unos pocos días para cerrar el montaje. Alex, por favor, vete a la mierda".

Perdón. Esto lo produce el cansancio, la angustia, y la presión a la que estamos sometidos. Charly, te quiero. Lo estás haciendo formidable. Evidentemente, no me refería a tí. Sabes porqué lo digo y a quién me dirijo. Sabes que llevamos trabajando juntos años, y que las hemos pasado putas y siempre hemos estado unidos. Mándame a la mierda, Charles, tienes todo el derecho. Pero allí, rodeado de excrementos, te seguiré queriendo. Me retracto de lo que dije y lo borro del post, aunque nada tenía que ver contigo. Sabes que no he podido dedicarte el tiempo necesario porque estaba montando con Alejandro, mientras dormíamos en el suelo, o con las niñas, o probablemente, de resaca. Sé que ha sido demasiada presión, pero te aseguro que merecerá la pena. Tu trabajo es excelente, y lo das todo, y te quiero, pero sobre todo, te respeto.

Esto es muy duro.

jueves, 19 de agosto de 2010

FERRAN, DE MOLINARE

Como siempre, durante estos últimos años, no hay tiempo ni para respirar. Nunca me he sentido tan cerca de los taxistas, esa gente que trabaja doce horas al día y nunca descansan, ni domingos, ni fiestas ni veranos, ni calores ni hostias. Van a saco, sin paracaídas, a pelo, dispuestos a ser comidos por el aburrimiento, o por una navaja despistada, o por la crisis implacable.

Mi nombre es Alex de la Iglesia y trabajo en verano como una perra, o como un taxista, después de tres años sin vacaciones, incluso fines de semana, sin tener tiempo para pensar, y lo mejor: no hay tiempo para arrepentirse. Las gotas de sudor corren como caracoles babosos por mi frente. No hay solución ni alternativa. Hay que llegar. Hay que llegar. Hay que llegar. Hay que llegar. La coordinadora de post-producción de la pelicula, un personaje mezcla de Piglet con la bruja novata y el cerebro robado por Martin Fieldman, me dice que la película tiene que estar acabada el 25 porque el laboratorio pide tres días de conformado. Yo oí que eran dos días. Cansancio, Agotamiento, los grandes Dioses primigenios hacen mella en nuestros espíritus, pero seguimos adelante. ¿Sabéis por qué, pequeños incrédulos, inconscientes? Porque tengo un aliado: Ferrán.

FERRAN

Ferrán es un hombre tranquilo, pausado. Ferrán es elegante, suave, moderado. Ferrán es inteligente. Ferrán sabe explicarse. Ferrán no es un cachondo, no es un sinvergüenza, no es un "colega", ni pretende serlo. Ferrán hace su trabajo y lo hace increíblemente bien. Ferrán no se pone nervioso, no pierde los nervios. Ferrán no quiere ser mi amigo, quiere hacer bien su trabajo, y ESA ES LA MEJOR MANERA de ser mi amigo. Ferrán, oh Dios, Ferrán... Ni se queja ni se lamenta. ¿Sabéis lo que eso significa? ¿Sabéis lo que eso le diferencia del resto de los mortales? Ferrán es un Dios elegante, un Monstruo de la posproducción digital.

FERRAN ES UN PROFESIONAL.

Es lo mejor que puedo decir de alguien.

Como ya hemos dicho tantas veces, hasta un idiota límite, un minúsválido moral es capaz de hacer maravillas si tiene TIEMPO. Todos los que trabajamos lo sabemos. Con tiempo te pintas la capilla sixtina. El tema es hacerlo con los cojones en la garganta. Eso es lo que tiene sentido, porque así es la vida. Una maldita cuenta atrás. Un infierno de cobardes.

Ferrán lo hace. Lo hace a tiempo, sin perder los nervios y eso le hace crecer, le hace llegar a rozar la excelencia. Ferrán, vive Dios, sabe organizarse. Si yo supiera organizarme como Ferrán, malditos enemigos, cabrones del infierno, BASURA IGNOMINIOSA, dominaría el mundo. Pero yo no soy Ferrán. Afortunadamente trabaja conmigo. Ferrán tiene que acabar la película para la semana que viene.

Es imposible.

Pero yo confío en Ferrán.

Es más. Ferrán soy yo.

Y si Ferrán se equivoca, yo me habré equivocado.

Pero os puedo decir una cosa, viejos bastardos infieles: Dios está de nuestro lado.

viernes, 23 de julio de 2010

Bueno, ha ocurrido al fin!

Retomo el blog para daros una buena noticia. Ha ocurrido. No pensé que iba a ser posible, pero parece que ha ocurrido. La lucha fue encarnizada. Muy dura. Ahora queda lo mas dificil. Espero que lo hagamos bien, y que no nos arrepintamos del esfuerzo. Ha pasado. Ha ocurrido. Enseñandola sin efectos, con algunas maquetas de la musica, sin terminar el sonido. Nos queda un mes escaso para acabar la pelicula y llegar a Venecia. Esperemos que la pongan de las últimas. Cada día es definitivo.

viernes, 9 de julio de 2010

Alucinaciones

Sólo queda un día. Creo que no van a ver la película completa. Vamos, que no. Alejandro no rige, se encuentra escondido bajo el lavabo del baño, presa de un ataque de pánico. A veces tiene ataques de risa abruptos, que cesan de pronto. Yo voy a ver si me tomo un cafe y me visto, porque me he pasado la noche desnudo, corriendo por los pasillos de la oficina, gritando ignominias. Me duele tanto el cuello que estoy pensando en quitármelo y substituirlo por un trozo de corcho. Ya os contaré. Los productores, en un arranque de sinceridad, me acaban de comentar que tengo un día menos de los que pensaba. Eso lo hace todavía todo más entrañable, si cabe. Voy a ver si esta noche tenemos alucinaciones, qué divertido. A partir de la tercera noche sin dormir dicen que empiezas a sufrir alucinaciones. A ver qué pasa. Espero que al menos sean eróticas.

jueves, 8 de julio de 2010

Tres y cuarto de la madrugada

No llegamos. Es un hecho.
Alejandro ya no es persona, es un guiñapo. Está durmiendo en el sofá. Yo he tenido la suerte de que me tocase el suelo, porque, como vísteis en el post anterior, ayer le tocó a él. Sí, es absurdo. Podríamos traer una cama, una de esas hinchables, la Restform de los anuncios, o irnos a casa, sin más. Pero es que la idea es no dormir, la idea es trabajar, y lo de dormir siempre resulta casual. Algo accidental, que no debería ocurrir, y por tanto no contemplado. Así desde hace días.
Yo no podía dormir. Como Harry Sónfor, el mítico compañero de blog que os recomiendo a la izquierda, sufro de insomnio. Son demasiadas cosas en la cabeza. Todo esto tiene un precio. Némesis va a por mí, como me decía mi hermano Javier. Hace mucho que no duermo bien, y mastico orfidales como chicles. Lo sabéis del rodaje. Ahora no tengo, porque se suponía que no íbamos a dormir, y así ha sido, efectivamente.
Alejandro descansará otros veinte o treinta minutos. No sé si despertarle a las tres y media, o a las cuatro. Mejor a las cuatro. También tiene problemas. Hace siglos que no ve a su mujer y a su hija Malena. Vive aquí, en montaje, desde hace meses. Su mujer, maravillosa, le quiere con locura, y le echa de menos. No digamos Malena. Ha llamado a casa para festejar el gol. ¿Has visto el gol? Decía.
El ambiente es apocalíptico en la calle, y francamente, no ayuda mucho. Las bocinas y los gritos se mezclan con el barullo de nuestra película formando una espesa crema de ruidos que termina enloqueciendo.
El montaje a marchas forzadas puede resultar inquietantemente neurasténico. Las tomas, las canciones y los diálogos se repiten una y otra vez como una pesadilla. Los fantasmas del rodaje surgen de sus tumbas.
Ha habido un momento en que Alejandro se ha quedado como paralizado, estático, inmóvil en un plano. Daba vueltas alrededor de él, como buscando algo. Hablaba de su mujer, de su hija, mientras intentaba encontrar el punto de corte. Hablaba de fútbol, de lo mucho que me quiere, de cómo he hundido su vida, todo al mismo tiempo. Su mente empezaba a disociarse, fragmentando las ideas como si su propio montaje mental se descompusiera suavemente. Hablaba de su pueblo, Necochea. Hablaba de su hermano Martin, que le aconsejaba dejarlo todo y dormir, ser una persona seria, dejar esta vida de planos y diálogos y músicas, y bocinas y fútbol y tres de la mañana. Alejandro no quiere, porque ésta es su vida.
Planos de Sancho. Contraplano. Plano de Sancho cámara B. Corto, medio. El travelling. La cámara al hombro de la tercera toma. ¿Dónde están los planos de la Canon? ¿No había rodado yo una reacción en el corto, por si no funcionaba el travelling? No. Es verdad, quería hacerlo, pero no pude. Espera, pásalo de nuevo. Hay una pausa. ¿Puedes quitarla? Sí, pasa al contra y pones el comienzo del diálogo sobre... Eso. Oye, ¿y si montamos primero el plano medio y así entra el inserto a la mitad y la cámara B, que no tiene foco, entra más tarde? No, prueba otra cosa. Hostia, se ha colgado. ¿habrá salvado? No veo a mi hija. No veo a mi mujer. Hay que llegar.
Alejandro se funde y yo le digo que se eche un ratito. Alejandro se tumba y ronca al instante. Alejandro es la persona más hermosa del mundo. Yo soy un miserable que le tortura, y él se deja, porque es su trabajo. Perdóname, ahora que duermes en el sofá. Perdona todas estas horas crueles lejos de tu familia, encerrado delante de un monitor, dando vueltas y vueltas a un estúpido plano. Son las cuatro. Dios, perdóname, amigo mío, porque voy a despertarte. Alejandro es un montador, yo soy un director y aquí no hay quien duerma.

martes, 6 de julio de 2010

Némesis


Llevamos varios días encerrados y concretamente dos sin dormir. Alejandro es un cadáver, es Dorian Gray sin cuadro, es un rostro deformado por el dolor y el cansancio, caricaturizado por la vida. Nos arrastramos al abismo. Hoy no dormiremos tampoco, ni mañana. No comemos, fumamos, nos comemos los cigarrillos. El Final Cut echa chispas, se cuelga, se amodorra, llora. Damos a save cada cinco segundos, ateridos de horror y miedo. Los dioses se ríen. Némesis. Hoy es el día de la ira de la diosa cruel y despiadada. Expiaremos nuestra soberbia sudando sangre.





Pero llegaremos.







Llegaremos.

viernes, 21 de mayo de 2010

Tiempo

Las cosas se complican. Mis productores, después de enseñar un teaser en Cannes, están convencidos que deberíamos llegar a Venecia con la película, y yo creo que es imposible. No da tiempo.

Deberíamos tener un montaje final para el día 8 de Julio, para que pudieran ver los chicos de Venecia al menos un primer montaje. Tengo 33 días hábiles para acabarla. Sencillamente los planos pegados, sin música, sin efectos, sin etalonaje, sin posproducción. Enseñar una chapuza inacabada, que es una de las situaciones más estresantes y dolorosas que existen para mí.

Se da el caso de que lo intentemos y no lleguemos, con lo cual habríamos hecho un esfuerzo brutal en vano. Lo que más me duele es volver a la cuenta atrás, a la angustia de la urgencia, a contar los minutos que me quedan. Por otro lado, al ser el rodaje así, el proceso de montaje es mucho más complejo.

Hay poquísimas tomas, y cada una de su padre y de su madre. Hay una reacción buena en la toma tres de la cámara C. La respuesta buena está en la toma 4 de la cámara B. El inserto de la mano lo rodamos con la canon, con una cámara de fotos. El general está en una Red One que nos prestó EPC. Hay varias tomas totalmente distintas unas de otras. No había tiempo para ensayar, y ensayaba rodando. Cambiaba los tonos de la interpretación. Hay tomas en que los personajes gritan, otras lo hacen prácticamente mirándose. Tomaba decisiones a partir de la toma anterior, cambiando el espacio, el texto, la situación de los personajes.

Ahora montarlo lleva tiempo. Necesito tiempo. Tiempo para pensar, pero para eso ya no hay tiempo. Hay tiempo para desesperarse, para enloquecer, hay tiempo para odiarse, para despreciarse. Hay tiempo para no pensar en el otro, hay tiempo para cualquier cosa menos para el trabajo bien hecho. Todo es antes. Todo antes.

Siempre he trabajado en estas condiciones. Hacer cine es rodar lo que puedes en el tiempo que te queda antes del bocadillo. Siempre hay un festival al que ir, porque gracias a él puedes ahorrarte parte del lanzamiento publicitario, y gracias a esa fecha límite, la película se acaba con menos semanas de producción, que es de lo que realmente se trata. Si no fuese así, esperaríamos a Cannes del año que viene, y llevaríamos la película perfecta.

Pero no. Tengo que montarla en 33 días. Y espero que les guste.

domingo, 16 de mayo de 2010

Cannes 1


La verdad es que podría contar muchas cosas de mi estancia en Cannes, y podría parecer que estuve allí toda una semana, pero lo cierto es que fue tan sólo un día. El ministro de Cultura francés, una persona encantadora, decidió que sería una buena cosa homenajear al cine español, y hacer un pase de Tristana.

Tristana me dejó destrozado. Uno se dirige sin armadura a este tipo de proyecciones y de pronto se apagan las luces y ves una película de Buñuel sin anestesia. Tristana es tan compleja y tan densa como un puré de mercurio, como un plato de lentejas metafísico. El nivel de energía perturbadora es colosal. Tristana es radioactiva, cruelmente tóxica. Hay demasiado dolor y demasiada enfermedad, una especie de virus radioactivo que contamina el alma, como si hubieran encontrado la película en un bidón enterrado a quince metros bajo tierra en la Filmoteca, cubierto de plomo, o como si aparecieran las latas en la disección de un cuerpo podrido en el barro. Dentro de sus jugos malolientes de colores desvaídos se encuentra la clave que desentraña lo más enrevesado de nuestros corazones, el deseo más perverso y obsceno. Y me gusta tanto, me acojona tan profundamente verme ahí dentro...

Encuentro en internet el plano en el que se desnuda frente al mudo adolescente, ése que pasaba demasiadas horas encerrado en el baño. Hay algo ominoso, embriagador y delicadamente pornográfico en el placer de su sonrisa.

El acto estaba bien organizado y salió perfecto. Una nueva oportunidad (nunca serán suficientes) para promocionar nuestro cine allí donde hay que hacerlo, en el mayor punto de encuentro internacional de la industria cinematográfica. La ocasión era singular, única. Allí estuvimos, porque esa es nuestra obligación. Nos acompañó Catherine Deneuve.

Catherine Deneuve es maravillosa, tal y como la imaginamos, elegantemente turbadora. Sus ojos ocultan toneladas de información acerca de la vida, el cine, el amor, lo que hay que hacer, lo que no, lo que sería bueno que no se supiera, lo que nunca deberíamos ni soñar, pero resulta delicioso imaginarse, en fin, un océano de experiencias jugosas, rebosantes de sentido, todas escondidas tras las cortinas de su mirada y su sonrisa. Y fuma mucho, sí, fuma mucho. Fumando tuvimos un encuentro delicioso en una esquina del Carlton, cinco minutos inolvidables en los que pudimos hablar con ella tranquilamente, de tonterías, tan a gusto.

Luego nos fuimos a una fiesta privada de Vanity Fair en compañía de Pedro (obviamente, sin él no hubieramos pasado de la puerta), pero esto lo dejo quizá para mañana, porque es excesivamente frívolo y superficial. Y sí, estoy convencido de que, a pesar de ello, no deja de tener cierto interés. No se pierdan la segunda parte de este post tardío. Por cierto, Meg Ryan sigue siendo bellísima, Naomi Campbell no es tan alta como imaginaba, Tim Burton había seguido al pie de la letra las recomendaciones del papelito de la botella "drink me", y no conseguí ver a Joan Collins, por muchas vueltas que dí.

sábado, 8 de mayo de 2010

Mirar dentro


Durante este tiempo absurdo y prolongado, a parte de montar, aunque algunos crean que no lo he hecho, y ya tengo media hora de película, he estado mirando dentro. Ellos no lo entenderán, pero miré dentro, a través de una vieja puerta de madera. Un sueño, una pesadilla, quizá. Pero no, era demasiado cálido. La rendija de madera me permitía ver un agujero en una pared de ladrillo, a un metro escaso. Allí, a través de ese segundo agujero, encontré una tercera apertura, que abre el camino hacia el absoluto. La verdad húmeda. El abrazo tierno de unos labios. Una luz que indica el camino. Esto es lo que ví.

miércoles, 21 de abril de 2010

Ay, Dios!


Hoy he estado montando y flipando con el dolor que supuraban algunos planos. El dolor de recordar cómo los hicimos, lo que nos costó. Eso sí, tú ves el material y no lo adviertes. Lo he recordado al oír, en medio de una toma, una voz en off, susurrante, que decía: "Ay, Dios".

Alejandro, mi montador, totalmente ajeno al drama, no lo había escuchado.
-¿Quién dice "Ay, Dios"?, me pregunta. Era Txitxo, el cámara.
-Pero, ¿porqué? ¿Qué pasaba?
Claro, resulta que no tenía el plano nada de peligroso, a primera vista. La trapecista juega con la tela. Lo que ocurría, era, sencilllamente, que la hicimos repetir el plano una docena de veces, eso antes de que empezaramos a grabar, haciendo ensayitos. Cambiamos de posición los palos... Ahora recuerdo más cosas.

Los palos que sostienen la tela no estaban ahí al comienzo. Había un Truss colgado de una grúa, creo. Claro, el tema es que yo dije que el final del truco no se veía en plano. Pero en el plano anterior, que rodabamos antes que ése, un general, SÍ QUE SE VEÍA el truss. Por lo tanto, sin cortarme un pelo, pedí que quitarán la grúa y el truss. Eso ocasionó un temblor general, porque había costado UN HUEVO poner la grúa y el truss ahí. Así que había que construir unos palos de circo que funcionaran de verdad. Oskar, de reyes Abades, no lo dudó un segundo y se puso manos a la obra. Mientras, rodamos el general, y cuando Oskar terminó, probamos los palos a la trapecista.

Por eso la trapecista estaba un pelo insegura. Aquello era nuevo. Además, en el plano la cámara estaba colocada justo debajo de ella. Concretamente, si se caía, pongamos, de unos doce metros de alto, caía sobre la cámara, y sobre Txitxo, obviamente. Por eso decía Txitxo, susurrante, "Ay, Dios".

Alejandro no cayó en la cuenta. Ni falta que hace. Veremos la peli y nadie caerá en la cuenta de esas pequeñas cosas, porque para eso se hace cine. Para que la gente piense en lo que le cuentas, no en cómo, ni porqué, ni para qué. Eso es lo grande, lo jodido y lo doloroso del asunto. Y si no te gusta, a trabajar en Caixa Nova.

martes, 20 de abril de 2010

Me quiero envasar



Qué cena espectacular. Lo mejor: un comentario acerca de los usos y costumbres de ciertas personas que disfrutan envasándose al vacío. Sí, me explico: al parecer, existe una serie de individuos que consideran muy placentero el sentirse herméticamente cubiertos por plástico. No es suficiente un traje bien ajustado, no. Lo suyo es sacar todo el aire que hay entre el plástico y tu piel, y caer en el suelo como un embutido para, posteriormente, ser objeto de escarnio o admiración durante unos minutos, o incluso horas, dependiendo de lo ocupado que esté uno. Con el objeto de solucionar el siempre recomendable asunto de sobrevivir, y no asfixiarse, se practican unos agujeros minúsculos en la boca y en la nariz, o sólo en la nariz, si se prescinde de decir algo, durante el proceso.

Aislarse del mundo. Ser un chorizo, una salchicha alemana. Ser objeto. Por fin. Sí, ¿por qué negarlo? Lo encuentro apasionante. Yo soy más de goma que de plástico, más de cuerdas que de enemas. Cada uno tiene sus manías. No me molestéis, estoy aquí, en el suelo. Paso de vosotros. Es más: paso de mí mismo. Tocadme, pegadme, pisadme, pero no llegaréis a mi verdadero ser, a mi alma precintada. Bueno, pues de esto y otras cosillas mundanas hablamos en la cena. El pescado se nos pasó un pelín, pero los postres triunfaron. El vino blanco calentorro, pero luego se nos olvidó. Qué risas. Pedro, Bo, Rubén, Carlos, Carol, David y yo. Muy bien.

Me encantan las cenas.

lunes, 19 de abril de 2010

Complicaciones


Tranquilos, que todo va bien. Estoy un poco liado, nada más. Cosas con la academia, con un videoclip, con el montaje de la película, con mis hijas, y con una mujer. Una mujer maravillosa. Claro, todo eso dificulta la actividad literaria. Pero estoy en ello. Dadme tiempo. En cualquier caso, ¿no es magnífico no poder escribir porque se vive? ¿Es la literatura un sustituto de la vida, una imitación, o es la vida una narración de un Dios con inquietudes? Nnnghh. Sigo otro día. Tengo invitados a cenar.

sábado, 10 de abril de 2010

Apología de la resaca



Resaca. Otra vez. Pero una resaca amigable, entrañable, suave, sin asperezas. Una resaca educada. Tierna. Me duele la cabeza y la espalda, sí, pero ¿por qué lamentarse de algo constante e inevitable? ¿Alguien se lamenta de la lluvia cuando llueve, o del calor, cuando hace sol? Sí: yo, pero eso se ha acabado. Lo que es, es, y lo que no es, no es, como decía Torrebruno en aquel programa de la tarde. Tigres, leones: todos quieren ser los campeones.

Resaca. Hola, hermana resaca. Hola, hermano lumbago. Hola, erección impenitente. Soy todo vuestro. Poseedme con alegría, sin falsos temores, sin miedos, sin timidez.

Resaca. las olas van y vienen, arrastrándome. Mi cuerpo blando se mece bajo la espuma. La arena se introduce en mi orquesta de michelines. Suena un blues. Christmas Caravan, interpetado por los Squirrell nut Zippers. Como una ballena varada en la playa, me dejo llevar tan sólo unos metros, lo suficiente para ahogarme. Dos Alka-seltzer. Un Espidifrén. Dos Ton-was. Todo en el mismo vaso, revuelto. Olas y espuma blanca. Me lo bebo, como el Doctor Jekill.

Come on, come on, dice Elvis. A little less conversation. Dios le bendiga. ¿Me vuelvo a la cama? No, en un rato. Sin prisas. Noto un pequeño desequilibrio en mis piernas, una falta de coordinación curiosa. Me caigo en el pasillo, de bruces. No me he hecho daño. Los codos, quizás. Mi barriga suena como un fuerte cachete al chocar contra el parquet brillante. Me río a solas, desnudo. El olor de las palomitas en el microondas me recuerda que debería haberlas sacado de allí hace rato.

Suena en el Itunes "A mezzanotte" de Adriano Celentano. Buscadlo en Spotify. Ese es el tema. Ese y no otro. Es el tema de la resaca. Qué delicia. Ba, ba, ba, babai...

¿Cuál es el motivo de que la resaca sea tan placentera? La sensación de que el día está perdido, de la imposibilidad del movimiento, de que no quieres ni debes hacer nada, ni por tí, ni mucho menos por los demás, no hay objetivos, destinos, intereses. La felicidad es la muerte del deseo. Todo está deliciosamente perdido. ¿Por qué agobiarse, entonces? Ver la tele, dejarse llevar por el mando. Perderse en Intereconomía, en las ofertas de aparatos gimnásticos que caben debajo de la cama. Ser uno con la Gran Idiotez, perder el principio de individuación. Ser uno con el magma primordial. Ser Dioniso. Ser un idiota. Ser Dios.

jueves, 8 de abril de 2010

Ser wireless


Un fotograma de la película.

Perdón por no escribir. He empezado el montaje. La mudanza de la casa es un sindios, como todo. Los de Ikea no me han mandado las piezas de un mueble, y estoy pensando contratar a los Miami para que les rompan las piernas. El otro día perdí la razón, sacando las cajas de los estantes con mi dolor de espalda. Lo peor es ver a los técnicos mirándote, sonriendo. ¿Y si vuelvo armado con un AK-47, de esos que tenía en la película? Hay que pasar a mayores.

La academia strikes back, y me pilla hecho una braga sucia de señora mayor sudada por llevar el carrito de la compra lleno de latas de berberechos. Las noches son un cúmulo de aperturas de alcoholes, taninos y embriagueces múltiples con sus correspondientes resacas imposibles de sobrellevar. Sigo durmiendo poco, o nada, y se me nota. Los ojos rojos como tomates podridos. El otro día, en el ministerio, hablé con los funcionarios mientras se me salían las neuronas por las orejas, de un modo sutil, supurante. Alguien advirtió, seguro, que bajo mi asiento se formó un charquito de neuronas blandas, como una polución nocturna, pero ministerial.

Voy a hacer un videoclip con un amigo, en un par de días, sin preparar, a pelo, porque no hay tiempo. tengo que ir al médico. Mirarme la espalda, los dientes y los esfínteres. Nunca me he fijado, pero seguro que me han salido muchos esfínteres pequeñitos, al lado del principal, como un sarpullido de agujeritos morados e irritados. El cuerpo se organiza para solucionar problemas de espacio. Quizá la semana que viene. Ahora se acercan un par de festivales a los que debería asistir. Mi nueva casa es maravillosa, porque no hay nada, pero abriendo cajas y cajas la estoy estropeando. Debería tirarlo todo, tirarme a mi mismo, y comprarme nuevo, pero creo que estoy descatalogado, ya no queda mi modelo. No se fabrica, porque ahora se utilizan nuevos sistemas que no se cuelgan, que no dan problemas. Y mis adaptadores son pesados y llenos de cables.

LOS CABLES
El mundo de los cables, de conectar los aparatos, me enloquece, me enerva, me altera, me desquicia. Miles de cables que se quedan sin enchufar, otros miles que me faltan. Veo cables por todas partes, cargadores, cables y cargadores. Los cables, los adaptadores y los cargadores significan algo mucho más profundo. Son señales que me manda el Altísimo para que entienda que no puedo seguir así, que necesito liberarme de tanto cable, desconectarme, ser más wireless, o algo. Quiero ser wireless. Por favor, una vida wireless. Pero ya no se puede. No se puede.

martes, 30 de marzo de 2010

En un hotel


Dioses en el celuloide.

Resulta que me estoy mudando de casa, y mañana traen las cosas. Por eso estoy durmiendo en un hotel, con mi hermana y las niñas. La vida se torna complicada, agotadora y divertida, dependiendo de la temporada y los guionistas. Yo no sé en qué temporada de mi vida me encuentro, si en la tercera o la cuarta. Está claro que la cadena ha decidido apostar fuerte por un cambio de rumbo de las tramas. Mi vida es ahora un torbellino de turning points salvajes que están elevando violentamente mi share mental.

Todo este tiempo sin escribir responde a una serie de subtramas relacionadas con la falta de ADSL en mis venas. Se trata un producto lisérgico de la rama del LSD, pero con las letras revueltas. Con el tema éste de pasar una noche en un hotel a cincuenta metros de mi casa, he pillado unos gramos de conexión que me permiten esribir y contar qué pasa.

A ver si mañana o pasado empiezo a colgar fotos de rodaje que tengo acumuladas e informaros de cuál es el estado de la producción, mientras descanso esta semana santa, y recupero fuerzas para el tercer asalto: el montaje.

Me espera una edición complicadísima, con docenas de tomas únicas, planos desenfocados y demás dramas. Sé que lo tengo, que lo que funciona en la cámara uno no funciona en la dos, que en la toma tres está la reacción buena para la mirada de la toma dos de la segunda cámara (a ese nivel toda la película): desentrañar el jeroglífico me llevará meses. Un auténtico trabajo de chinos.

Nunca nadie me ha colocado en una situación tan extrema. Nadie. ¡El demonio les confunda!

viernes, 19 de marzo de 2010

Vivir rodando


En casa, en Madrid. Agotado, rendido, pero vivo. Todo es demasiado fuerte, sí. Terminamos en Alicante, con buenos planos, con especialistas, gente colgada, saltos al vacío, cromas, tracks. Ferrán tiene un trabajo acojonante, apasionante. la posproducción va a ser una locura, enfebrecida y compleja. Me quedan tres días de rodaje y una jornada de helicóptero y acabo.

Ayer invocamos a Cthuga, ingiriendo alcoholes, abriendo vinos, buscando el maridaje entre los quesos y las cosechas. Probamos la posibilidad insana de yuxtaponer diferentes sustancias en el mismo estómago. A Cthuga le complace ese ritual obsceno. Nyarlatothep se nos apareció a cosa de las tres o las cuatro, en su avatar oscuro de egipcio elegante. En este caso, vendía sombreros y rosas intentando pasar desapercibido, pero yo le reconocí. La Nada más insondable brillaba en lo profundo de sus ojos. Sonreía ladinamente. Sus alaridos me hicieron sangrar por las orejas. Miles de cuerdas vocales retumbando al unísono como tambores en Calanda. Sentí el placer enfermo de su conversación, susurrándome blasfemias. Todo eso hizo que necesitase una buena paliza. Suplicaba a la gente que me golpeara, y ante mi asombro, nadie quiso darme el gusto. Romperme la nariz, por el amor de Dios, gritaba. Calonge me defendía. Quería sentir el alivio de un dolor físico, para tapar el dolor moral que me aqueja. El rodaje se acaba. Nada hay más angustiante que tocar el cielo con las manos y sentir como alguien te tira de los pantalones hacia abajo. Qué delicia. Qué pena.

Bueno, hablaremos de todo esto con calma.

lunes, 15 de marzo de 2010

Demencia



Ya nada es real. Nada es sensato, nada es racional. Nada es como uno se imaginaba. Todo es más. Más de lo que se intuye, espera o soporta. Hay que estar alerta. Hay que estar a la altura. Es imposible. El día a día me supera. Un sólo día es superior a mí, es inabarcable, imposible, imbécil, demasiado jugoso, impenetrable, ininteligible, abrumador. Tengo esa sensación... Me encantaría poder parar, poder detener un instante el proceso, refexionar. Pero no sólo es inútil, es idiota, es infantil. Las cosas ocurren, pasan, suceden. En un torrente, en un frenesí. Como una cascada. Los acontecimientos, los hechos, las secuencias... Son casi fotogramas, son flashes estroboscópicos. Ahí están las personas, mis seres queridos, las emociones, como ametralladoras, pasando delante mío, inasibles. No puedo detenerlas, ofrecerles un segundo de mi atención. Soy espectador de un huracán absurdo, de un tio vivo imparable. Y hay que decidir. Hablar, comportarse. Amar, pensar, soñar. No puedo. No tengo tiempo. Dios, no es justo. O sí.

¿Lo he provocado yo? ¿Es una manera insidiosa y hostil de evitar la responsabilidad madura del juicio? ¿Es quizá mi manera de escurrir el bulto? Si todo es tan rápido, no puedes pensar. No, algo permanece, Parménides no era un idiota. El río ése sigue ahí. La guerra no es el principio de todas las cosas, maldito Heráclito. Joder, ¿o sí? Heidegger-Eugen Fink: Heráclito-Parménides. Si hubiera entendido ese maldito libro, ahora no tendría problemas. Algo, por cojones, permanece. El amor. La amistad. Permanece. Decidme que sí.

viernes, 12 de marzo de 2010

Me arde la cara


Desde la cama, escribo una pocas líneas. Hoy hubo rueda de prensa a la que no asistí, por no decir algo de lo que luego podría arrepentirme. Después, recuerdo rodar con el mítico FOFITO, una leyenda, un auténtico personaje esencial en mi vida y en la de tantas personas de mi edad. Todavia hay personas a las que respetar. Interpretando además un pequeño papel dramático con una maestría inigualable. Por último recuerdo un león. Tomas con niños y un león. Santiago estuvo formidable, como siempre. Hoy he rodado un par de planos no totalmente desdeñables. Agotado, tras catorce horas de exponerme a la radioactividad, me desplomo. Me arde la cara. ¿Por qué? Como si hubiera pasado un bochorno ignominioso. ¿Me siento ridículo, es vergüenza ajena? Me arde la cara. Algo ha pasado hoy, indigno, innoble. Algo que mi organismo detecta, y mi consciente oculta, abochornado. No sé qué es. ¿O sí? ¿Qué hace que mi cara me queme? No es el sol. Algo no me ha gustado nada, el comportamiento de alguien, un gesto, una frase. Algo.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Blasfemias e ignominias en la madrugada


Bien. No tengo tiempo. Ya es un clásico. Hoy hemos tenido drama, como siempre que entramos y salimos de un decorado. Drama al entrar, porque tardamos un huevo en comenzar, drama al salir, porque nos quedan diez mil historias que rodar. Hoy hemos cagado como la armada invencible frente a la Pérfida Albión. Era imposible. Además, os confesaré una cosa. Me toca los cojones el famoso dilema:

QUEDAR BIEN O QUE QUEDE BIEN

¿Qué prefieres? ¿Quedar bien, y rodar de puta pena? ¿O que quede bien, es decir, pinchar porque tu plan de trabajo está minado y torpedeado por problemas, y rodar de una manera insensata pero no catástrófica? ¿Sabíamos que nos quitaban media hora todos los días por desplazamientos? Nooooooo. Claro, hoy habríamos acabado todo de puta madre, si durante estos cuatro días no me hubieran quitado esa media hora. Pero para eso necesitaríamos haber dormido en Alcoi, con el subsiguiente gasto. Youssaf, ese paladín del buen hacer, valedor de la cultura occidental, echará la culpa a dirección, por supuesto, pero que sepa que controlamos sus perversas tretas de malévola vieja productora. Y sé que todo es culpa mía, vive Dios. Pero no le eches la culpa a Domingo, porque Domingo sí que encaja los bolillos, y tan bien como tú, pequeño Boukhari, ominoso amigo. La culpa es mía, y sólo mía, porque desde mi posición de señora artista os enfrento y os lanzo al desastre a los dos. Soy yo, y nada más que yo, el culpable de vuestras disputas colegiales. Yo dije que sí a este sin Dios, mientras Gerardo cohabita con las ninfas de Hiperuranio. Y bienvenido sea, a ver si eso le sirve para producir mejor. Tengo humor todavía para tomármelo así, y contároslo. Mañana la situación será tan desesperada que no cabrá un ápice de risas en el inmenso pajar de las hostias en el que habitamos. Mañana si que habrá que sonreír. Ebrio de dolor y de alcohol os maldigo, sabedor que el primero en ser ahorcado seré yo mismo, con la soga que os ofrecí, en mi infinita soberbia.

No sé si los lectores de mi blog entienden este texto, pero es una auténtica escuela de cine. Santa madre de Dios, si los que hablan de este negocio supieran cómo se entretejen los sueños... Si entendieran la mecánica de producción de una película. Si alguien supiera qué condenadamente difícil es hacer que esta locura encaje, y tenga forma... Dios. Malditos seáis. Sobreviviremos. Acabaremos con todos vosotros, y no sé quiénes sois vosotros. ¿Yo mismo? Me voy a la cama. Malditos.

domingo, 7 de marzo de 2010

Lista de lugares imprescindibles para ser feliz


GRANDES RESTAURANTES DE ALICANTE
Basta ya de llorar. Adjunto una lista de lugares absolutamente increíbles en Alicante donde se cena que te mueres.

TABERNA DEL GOURMET
El mejor. Pan de cristal con tomate y sal. Sencillo y absoluto, como el sexo, el mar y las estrellas. Lo congelan y lo calientan en el horno. Una película de pan cristalino que se rompe en tu boca mientras se llena de sabores profundos: el tomate, fresco, líquido, y la sal marina. Una estupidez sencillísima elevada a arte máximo, a ritual primigenio, a encuentro con lo divino. Momento orgásmico y lujurioso: el huevo con trufa a 65 grados. De llorar. De llamar a tu madre y contárselo.

EL PORTAL
El pan de cristal exquisito. Aceite italiano sorprendente. Arenque con aguacate, un postre explosivo. Chocolate con aceite. Lágrimas. Felicidad. Sergio es un genio. Trabajó con Abraham, en el Viridiana. No hay nada más grande. Ayer vino a la fiesta del rodaje. Es un genio. Al loro con los vinos. Su somelier es un sabio, es como Gandalf. Que elija él. Piensa en lo que comes, en lo que te conviene como persona, en quién eres, en lo que te hara mejor persona. Descubriréis vinos sorprendentes.

MONASTRELL
Pan de cristal de nuevo. Una locura: ostras con sake caliente. Indescriptible. De alucinar. Felicidad en estado puro. Cenamos en la barra, pero el miércoles inauguran el restaurante. Allí estaremos los primeros. Dios es bueno.

PIRIPI
Delicioso. Los calamares a la romana, en realidad llamados rabas, en euskadi. No como en Madrid, que lo hacen fatal. Acojonante. Y las berenjenas fritas, como patatas. Y alcachofas fritas. Suspiros, pasión. Delicioso. Los camareros, eso sí, un poco resabiados.

NOU MANOLIN
Precioso. Elegante. Sobrio. El huevo a baja temperatura buenísimo. Pedí dos. Con setas incomprensiblemente deliciosas. Las berenjenas, los pajaritos, las alcachofas, los calamares. Todo buenísimo.
Dios bendiga a esta tierra. Donde se come bien, se vive bien. Y si se come bien es porque hay cultura, hay sensatez, hay alegría, hay sabiduría, hay buenas personas. la comida es lo que nos une a la tierra, a la vida, a las cosas. LO QUE ENTRA POR NUESTRA BOCA NOS DEFINE, NOS CONSTRUYE. Sí... (no penséis en felaciones, por Dios) ...Es posible ser feliz. Aquí sí.

sábado, 6 de marzo de 2010

El rugido de los leones bajo tierra


Bueno, esto es lo máximo. Se me acaba de borrar el post. Un par de horas escribiendo.

Ya no me apetece volverlo a hacer. Debería escribir otra cosa. Qué horror. Qué horror es el trabajo inútil, el dolor de lo perdido porque sí, la angustia del sufrimiento que no va a ningún lado, que se agota en sí mismo.

Contaba cosas bonitas y amargas de estos días. Intentaba resumirlo todo, pero es imposible. Recuerdo cuando me apetecía contar momentos angustiosos de manera divertida, para disolverlos con una risas. Hace mucho que pasó esa época dorada. Ahora sólo siento un tremendo cansancio. Que se me haya borrado el post me jode hasta la exasperación.

Sólo quiero enumerar algunas sensaciones. No puedo volver a escribirlo todo.

El rugido de los leones en los túneles, bajo tierra. Era como el sonido del metro pasando cerca, o una tempestad en la distancia. La boca de la elefanta, como una enorme vagina caliente y sonrosada. Su lengua blanda y carnosa. No puede evitar besarla. Jugar como niños, en un carrito, Calonge y yo, tirados por Txitxo, cuando se fue la luz, en medio de la lluvia, la otra noche. El frío, la ropa calada, el barro, las sombrillas tapando a los actores. Leones en el combo. Rodar con leones en el combo, a un metro de mi nariz, que me impedían escuchar la toma con los rugidos. Carolina tragándose su propio vómito, dando vueltas boca abajo, colgada de la tela, para no parar la toma. Querer matar a Tallafé por joder un plano con más de cien personas implicadas. Un mono protegiendo a su hijo de nosotros. Sentir miedo y disimular frente a Villén, para no angustiarle. Su mirada de amigo, cálida y reconfortante. Gritar, que me griten, oír gritos allá, a lo lejos. Domingo, el gran Domingo, desesperado. Emborracharme hasta las cejas. Hacer el ridículo y no importarme porque estoy entre amigos. Querer llorar de impotencia, y hacerlo, a escondidas, sin que me vean. Reírme a carcajadas, cuando algo ya es inevitable. ¡La felicidad que da sentir algo como inevitable! Imagino que justo antes de saltar al volcán te mearás de risa. Sentirme querido, protegido, apoyado, por mis técnicos. Por mis cámaras, por efectos, vestuario, maquillaje, por producción, por dirección, por mi conductor, por todos. Por mis actores. Por mis amigos de la profesión. Sentir su esfuerzo, su dolor, su trabajo, su entrega, sentirlo en mis hombros, pesándome como hierro. Saber que todo eso esta en manos de un inconsciente, de un idiota. Saber que soy yo el único responsable directo del sufrimiento de los demás. Saber que les empujo todos los días contra una pared, y acerco la oreja para escuchar cómo suena el golpe. Oh, Dios, esto lo tengo que hacer literalmente la semana que viene. El rugido de los leones bajo tierra. Eso fue lo mejor.

jueves, 4 de marzo de 2010

No soy capaz de hablar.


Imperdonable. Demasiado tiempo sin escribir. Imagino que entendereis porqué. Sencillamente, la situación ha dejado de ser, digamos, literariamente descriptible. Hay cosas que ya no puedo contar, son demasiado dolorosas. Por otro lado, el fuego cruzado en los frentes me impide la escritura. No hay tiempo. Hoy, os informo, comenzamos el rodaje en Alcoy. Ayer salimos de las cuevas, negros como el tizón, tras varios día bajo tierra. Rodé con Sancho sus últimas secuencias, y, antes de eso, tuvimos las famosas secuencias de cromas en Alicante. En Alcoy rodaremos los exteriores del circo. Cuatro días. Dias y noches. Despues ya solo nos quedaran las ultimas secuencias en la ciudad de la luz.

A ver si me llevo el ordenador y puedo hacer algo.

jueves, 25 de febrero de 2010

Album de cromas


Poco tiempo para escribir. Diez minutos. Se me ha ocurrido una idea fantástica, que puse en práctica ayer. No como, y duermo una hora.

Ayer comenzamos el mundo cromas para la secuencia final. Alejandro Tejería, persona deliciosa donde las haya, naturalmente dotado para el humor (como otros lo están para el sexo, o el ajedrez), y maravillosamente solícito a la hora de colocarse en situaciones comprometidas, ayer se colgó de la moto alegremente. A tres metros de altura, se separaba de ella y salía despedido. Hicimos la toma seis veces, por cuestión de cables. Y las llamas de la moto, estupendas. Luego le colocamos un cono de viento en la cara que le deformaba los mofletes grotescamente, como a Tom Cruise en Mision imposible. Por ultimo lanzamos al doble con la moto desde el cañón de protones. Con eso perdimos bastante tiempo. Hoy sí que hay tajo, y hay que andar espabilado de no perderse nada. Hay mucho. Mucho.

...Un beso para Tasio, que está malito. Ánimo Kiko. Te quiero. Ya verás como no es nada.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Black out

Siento no haber podido escribir. Demasiadas cosas. No soy capaz de articular un discurso sensato, y no por embriaguez, causa habitual de mis desvaríos léxicos. Estoy anulado. El cansancio se torna en dolor crónico. Acabo de reunirme con Domingo para solucionar unos problemas que me impedían andar, o comunicarme. Creo que hayamos una solución dentro de los límites de lo verosímil. Sin embargo, él persiste incansable en su habitación, con un dolor inimaginable de cabeza, buscando la manera de cuadrar un día en una noche, o una noche en un día. Espero que lo consiga. Juntos, intentando no demostrar un visible signo de desesperación, intentábamos perjeñar una manera de rodar lo que nos queda, sin destrozar la película. Me falta por un encajar una secuencia que se borró, asunto luctuoso. Me enteré de casualidad, al llamar a mi montador. Nadie se hace eco del desastre, quizá por esa sana manera de ver las cosas, que consiste precisamente en no verlas.

La omisión

Quizá sea la omisión la estrategia diabólica por la que se rige el mundo. Lo que no se dice no existe. En algún momento del blog hablamos de esto con anterioridad: el verbo configura la esencia de las cosas. Si no hablas de algo, lo cubres de un manto de invisibilidad que empapa el concepto hasta unirlo con el todo. Sólo se habla de lo que interesa, desfigurando el entorno de lo incómodo. Oh, Dios, yo también he sido un fiel seguidor de esa inmensa herejía, y pido perdón públicamente por ello. Hay que nombrar los objetos, las ideas, las creencias, los sueños, para conferirles entidad. Recordad que lo que amáis, debéis pronunciarlo en voz alta y clara. En caso contrario, corréis el peligro de presenciar como se desvanece ante vuestros ojos. Son los labios, y no la mente, los que generan lo real.

No puedo más. No puedo seguir. Tengo que dormir. Mañana me esperan más escenas, cromas, el motorista fantasma sale despedido y no creo que lo cubra el croma.